Regañar y castigar es un tema importante sobre el que me preguntan mucho, así que vamos a analizarlo para llegar a la mejor conclusión.
Seguro que tú también has escuchado a menudo que “hay que regañarles para que no vuelvan a hacerlo”, ¿verdad?.
Pongamos como ejemplo que cuando te vas de casa, tu perro muerde el sofá. Lo que tú no sabes es que cuando se queda solo se siente agobiado, solo y no sabe si vas a volver. Morder el sofá no es una protesta ni una manera de dañarte, sino la forma que encuentra para expresar su angustia y gestionar su emoción.
En cuanto entras por la puerta, se siente aliviado y muy contento. Ha cambiado su emoción inmediatamente porque los animales viven en el momento presente. Si en ese momento tú ves el sofá y le regañas, él interpreta que le estás regañando por la emoción que tiene en ese momento, que es felicidad porque hayas vuelto.
Otra creencia muy habitual es que “en seguida se olvidan lo que han hecho”, pero suelen tener buena memoria. De hecho, cuando paseamos, mis perras me preguntan si recuerdo cuando pasamos por algún lugar hace tiempo y me dan detalles de los que yo no me acuerdo.
Cuando hacen algo que nos molesta, en lugar de regañarles debemos ver qué emoción hay detrás. Si no lo hacemos, estamos sumando confusión y frustración en el animal porque, en el momento de regañarle, su emoción está ligada a su amor por ti.
GESTIÓN DE LAS EMOCIONES
Las emociones mal gestionadas pueden convertirse en un problema de conducta o una enfermedad, así que yo lo tengo muy claro: prefiero que se porte mal a que se enferme.
Las emociones de por sí no son un problema ni una amenaza a la salud de nuestros animales. El problema puede llegar cuando una emoción que no se ha expresado y no se ha podido desarrollar genera un enquiste dentro que deriva en una enfermedad en el animal. Como, por ejemplo, los problemas de territorio, que están asociados con problemas renales o los enfados, que se relacionan con problemas hepáticos.
Con la comunicación podemos preguntarle al animal desde el principio qué le está sucediendo y cómo podemos ayudarle a solucionarlo. Como ellos viven en el presente, podemos parar muy rápido esa bola que se estaba generando en él y que daba la cara cuando, por ejemplo, se hacía pis fuera del arenero o mordía el sofá o las paredes por una gran ansiedad.
DE LA OBLIGACIÓN A LA DESCONEXIÓN
Es muy importante llegar a acuerdos con ellos que respeten su animalidad y sus necesidades. Muchas veces no podemos darles los paseos tan largos como deberían, o llegamos a casa cansados y no nos apetece jugar, pero lejos de ser una tarea que debemos hacer, es un beneficio bidireccional.
Después de un día largo, un buen paseo con tu perro se convierte en una descarga para él y para ti porque puedes desconectar tus pensamientos y expandirte. Igual sucede si juegas con los gatos al llegar a casa porque es una tarea de concentración que te lleva a desconectar de todo el día, estar en el presente y en el amor incondicional, que es el juego.
No hay nada más bonito que el juego.
Mis perras son las que me paran muchos días cuando no paro de trabajar. Me marcan el límite y me indican cuándo ya me he pasado y necesito desconectar.
CAMBIAR EL PUNTO DE VISTA
Como siempre, yo te recomiendo que cambies el punto de vista y te pongas en el lugar de tu animal. En lugar de juzgar como bueno o malo lo que hace, pregúntate por qué lo hace. Si no practicas la comunicación con animales, siempre puedes recurrir a un profesional que te ayude.
Reflexiona un momento sobre la situación en la que se encuentra y cómo puede estar sintiéndose. Eso te ayudará a tener una visión más amplia de la situación, y a tomar consciencia de qué parte de ti se refleja en ese comportamiento. Este enfoque genera más posibilidades de reacción y de solución.
UN CASO REAL
Una chica me escribió para comunicar con su perrita porque de un día para otro le daba miedo salir a la calle. Después de llevarla al veterinario y hacerle un chequeo completo, con la comunicación pudimos ver que en realidad le estaban influyendo las emociones de su responsable. Cuando comenzó la pandemia, la chica salía todos los días a trabajar muerta de miedo por el covid y porque pensaba que le iban a echar del trabajo.
La perra me contó lo siguiente: “hay un peligro fuera que no sé cuál es pero mi responsable sale todos los días a la calle muerta de miedo y vuelve estresada y sin ganas de volver a salir fuera. Yo sé que pasa algo pero cuando salgo no veo qué es lo que está pasando, y como no puedo controlar lo que pasa, prefiero no salir.”
Hasta que no lo supo, la responsable regañaba a la perra porque se hacía sus necesidades en casa y se negaba a salir. Sin saberlo, sumaba más presión. Sin embargo, para solucionar la situación, tenemos que hacer justo lo contrario: quitar presión.
En resumen, si tu animal hace algo que no había hecho antes, pregúntate por qué lo puede estar haciendo ahora. Eso te dará una perspectiva sobre la que crear una buena solución y ayudará a tu animal a sentirse más tranquilo, al saber que intentas comprenderle.
– Clara Martín. Comunicadora animal, terapeuta y formadora –
Pincha encima de la imagen para ver el vídeo: Castigar a los animales no es la solución.
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