A nivel personal, los beneficios son enormes. Como dice Ramiro Calle, maestro de yoga, el ser humano llega al auto-conocimiento profundo observándose sin juicios ni apegos. Esa observación imparcial es la que nos ayuda a ver nuestra luz y nuestra sombra, nuestras necesidades y nuestra esencia, lo que hemos adquirido y lo que es real en nosotros. Los animales nos pueden ver y sentir a muchos niveles, y nos van mostrando cómo nos perciben sin juzgarnos. Esa información transforma nuestro camino y nos hace conocernos mejor.

Y además nos lleva de vuelta a la naturaleza. Hace tiempo que no comprendemos el sentido profundo de las estaciones, que no celebramos la lluvia o que no damos valor a muchas formas de vida (plantas, árboles, insectos, etc), que eliminamos sin pensar.

Sin embargo, quien está unido a la naturaleza, nunca está solo. Quién forma parte de la vida, el amor y el equilibrio que hay a su alrededor, encuentra siempre el sentido de la existencia.

Estamos hablando del lenguaje que utiliza la Madre Tierra para mantener a todos sus hijos conectados. Es el mismo lenguaje con el que podemos saber cómo se siente el otro, dónde está, qué necesita sin importar el país en el que se encuentre ni el idioma que se hable allí.

Los animales son hijos de esta misma Madre, y por tanto, son nuestros hermanos. Igualmente se hallan conectados a nosotros y podemos comunicarnos con ellos.